Escuché tu voz
en el eco repetido
de las montañas.
Tu risa se derretía
entre la blancura inmaculada
de la nieve.
Soplaba el viento frío
cuando busqué tu mirada
entre las rocas escondidas,
y sobre el lienzo verde
que la primavera
puso a sus pies.
Miré el cuadro del alto cielo
sin nubes algodonadas en su azul,
cercano, y extendí mis brazos
para tocar su luz.
Mi corazón palpitó emocionado
cuando te llamé y no estabas tú.
Te extrañé a mi lado
en la soledad de mi templanza.
La inmensidad del espacio abierto,
cuando pensé en ti,
se redujo al recuerdo
de un beso que un dìa te dí...
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