Aquí me tienes, como guitarra flamenca, apasionada
cuando llegan tus manos a mis cuerdas y no me dices nada...
Derrocho duende por todos mis poros, transpiro arte
cuando llega a mis oídos el redoble de las palmas.
Voces de gitanos que llegan desde la profundidad de los versos,
que acompañan, a la luz de una fogata, al eco de tus suspiros.
Tacones desenfrenados sobre la madera a dúo con el palmeo
rompen esquirlas de los clavos del deseo.
Redonda es la luna que, desde lejos, contempla la escena
llevando en su cara la última sonrisa de esta primavera.
Se apaga la voz que canta dejando sobre el viento su silencio
mientras que nosotros disfrutamos a ritmo de besos...
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