Las flores de un jarrón se marchitan, simplemente
por la falta de riegos, palabras dulces, cariño... sencillamente...
Adorné la mía con lazos de colores, sonrisas a flor de piel,
locos mensajes, besos en sus pétalos, ternura y aguamiel.
Conseguí devolverle la vida y la ilusión, la esperanza perdida,
hasta conseguir que volviera a su primavera florida.
Puse toda mi sabiduría de jardinero, mi experiencia, mis sueños,
con el agua que conseguía, día a día, en los oasis de mi cuerpo.
Ahora no tienen espinas sus tallos, regala besos, olvidando
el rencor que se había confundido en el silencio más espeso.
La flor que llevo en mi solapa se merece un jardín de melodías
donde se hagan realidad los sonetos de mis poesías...
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