Me llamó para decirme que no la recordara
que su corazón pertenecía a otro hombre,
que no mencionara su nombre
y que, por favor, la olvidara.
Su voz se adivinaba entre lagrimas,
no podía creer lo que escuchaba,
su acento en mi oído se difuminaba
y se mezclaba con mis suspiros en el aire.
Esperé con el corazón contraido
a que llegara un milagro sin arrogancia,
pero no llegó la respuesta esperada
y quedó mi súplica sin esperanza.
Su adiós dejó confundidos mis pensamientos,
el silencio se extendió sobre mi alma,
No puedo a escribir un verso para ella
por que mi corazón todavía la reclama...
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