Dos pasos más adelante
donde el agua fluye de tu manantial,
se descubre tu sonrisa celestial
y la paz discreta del amante.
Las sabanas dan fe de la batalla
donde se dirimieron profundos sentimientos
en la cúspide de la ola embravecida
de dos corazones de amor sedientos.
Fuegos retrógrados que se avivaron
con la leña de los cuerpos ávidos,
fundidos en un mismo deseo,
sintiendo la sed de un desierto.
El sueño acompañó la paz y el placer
consumidos en los albores de la mañana.
Después llegó el sol a mi ventana
poniendo la nota de color y sabores.
El café acompañó la dicha
con su sabor amargo y tenaz.
Dos miradas, dos deseos
y más amor aún por devorar.
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