En la soledad de mi ventana
te vi pasar.
No recuerdo el vestido que llevabas
solo miré tu pelo
y tu cara.
Susurré algunas palabras
que solo mi corazón
acertó a interpretar
por que mi boca
no pudo hablar.
Mil veces te he visto
mil veces he esperado
para admirar la espiga de tu cuerpo
y aspirar a una sonrisa como regalo.
Mañana esperaré
a la misma hora de siempre
sembrado de señales mi presencia:
por favor no cambies de itinerario...
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