Duele el despertar
en esa caída libre
precipitado hacia el infinito
donde no hay ni un clavo ardiendo.
Duele la realidad que existe
plagada de silencios
sabiendo que no hay futuro
más allá del momento.
Convertido en cenizas
mi corazón tengo...
Para que me sirva de ejemplo
han salido a mi encuentro
dos ángeles negros
tallados en el granito de la tumba
donde un día reposará mis decesos.
Allí estaré tranquilo,
allí no habrá más versos, allí
no sentiré las mordidas
de los gusanos que envidian mi cuerpo.
Seré dueño y señor
de todo lo que me rodee,
allí seré príncipe de mi universo,
allí no tendré que saber
quien te dará el próximo beso...
De Lorenzo Román.
Derechos reservados.
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