No siento que me duela nada,
mi corazón aún me late,
quedó herido en combate
por una bala envenenada.
El alma se ha quedado muda
y mis sentimientos se adormecen,
todos mis sueños perecen
sobre la realidad desnuda.
Se ha negado la luna a sonreírme,
ya no reluce en el firmamento mi estrella,
y los luceros se marcharon con ella
que decían amarme y seguirme.
Me he quedado vacío
por tanta incomprensión y dudas.
Orgullo tengo y mi paz se escuda
en el calor que se volvió frío.
He perdido la confianza
en todo lo que me rodeaba,
también la felicidad que me embargaba
cuando surcaba alegre por la bonanza.
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