El alba llegó cuando nuestros cuerpos,
ávidos de caricias y besos,
caían exhaustos de placer
sobre las blancas sabanas.
Las manos entrelazadas
en un incontenible deseo.
Miradas cómplices que al cielo
elevaban suspiros emocionados.
Me vestí, nos vestimos
y bajo las ultimas estrellas
en silencio caminamos
con una sonrisa en los labios.
Amanecía un nuevo día
en el que dejamos nuestros sentimientos
marcados con el fuego
de nuestros corazones enamorados.
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