Me hierve la sangre cuando la veo
al atardecer a mi vuelta del trabajo,
pienso en aquél día que la trajo
hasta el jardín de mi deseo.
La busco con la mirada
entre la gente que circula.
Caminando sola con su figura
y su sonrisa de enamorada.
Busca mis brazos, mis ojos,
le ofrezco mis labios y dos palabras,
sonriendo entrega para que lo abra
su corazón sin más sonrojo.
Caminamos abrazados en silencio
temiendo la pérdida de la realidad,
es efímero el momento de felicidad
que para nosotros no tiene precio.
Algunos detalles de la vida cotidiana,
nos hace rebelarnos con el destino.
Cada cual sigue su camino
soñando con el encuentro de mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario