Es el regalo más hermoso
que me da Dios cada día,
y yo tengo la osadía
de decirlo muy goloso.
Es mía la virtud menos esperada
de sembrar lo que mi alma siente.
Palabras con el corazón caliente
que os llegan regaladas.
Soy humilde, sincero y enamorado,
quien me lo ha dicho esta noche
tiene el amor en derroche
y me creía enojado.
Nada más lejos a su pesar,
mi silencio se hace cada vez más grueso
y después de darle un beso
la tuve que abrazar.
Me lo regaló el Altísimo al nacer
el don de evadirme cuando pienso,
ese que es eficaz y extenso
que sobre el papel se deja querer.
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