Sorbo a sorbo la cerveza
fue desapareciendo de los vasos,
entre palabras y sonrisas
rumor de gentes y abrazos.
El olor del tabaco
impregnaba el aire con suficiencia,
canciones de fondo,
miradas cargadas de inocencia.
Dos nuevos tragos de blanca espuma,
rubia fresca, calmó la sed y el calor,
risas que al cielo se alzaban
con la mirada brillante de tus ojos.
El corazón tenía una cita donde siempre,
la necesidad se hacía coherente,
a la mesa de un bar cualquiera
rodeado de cariño y de gentes.
Las horas pasaron
sobre el tapete negro de la noche,
las luces de la calle alumbraban
nuestros pasos en silencio.
Dos sombras que se perdían abrazadas
entre los rincones inesperados
donde sólo existían los besos
y el deseo de dos enamorados.
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