Mis ojos tienen un misterio
que sólo sabemos ellos y yo,
mi corazón tiene una risa
que también la escucha Dios.
Me embarga la conciencia
cuando siento que mi mente
se desvió de los caminos del amor
de un modo indiferente.
No son señales de egoísmo
son actos de extrema emoción
saberme en el llamado
por los clavos del perdón.
Pero vivo anclado a la sensación
de haber defraudado muchas veces
a quien es todo el color
del mundo cuando amanece.
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