Tenía tus manos entre las mías,
acariciando la delicadeza de sus nardos,
corazón caliente, mente fría,
reflejado en tus ojos pardos.
Borracho quedé de tanta magia
como se desprendía de ellos.
Luz que enardece y contagia
con el calor de sus destellos.
Quedé prendado de su color,
enamorado de su luminiscencia pura,
por que no hay en el mundo pintor
que pueda reflejar tanta hermosura.
Grabados en mi mente han quedado
con idénticos cristales iluminados.
Son tuyos pero no me has negado
que son míos y están enamorados.
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