Su voz se escuchaba tras las piedras,
aprendiz de D'Artagnan
con mi espada de madera,
llamando con tono de infinito misterio,
cercano y fiel amigo,
junto a la tapia del cementerio.
Desprovistos de escuela,
tú conmigo, yo contigo,
que después nos dejó secuela.
Cuando nuestras madres escucharon
cual fue nuestra iniciativa
y juntas nos buscaron
creando para nuestro mal disyuntivas.
Tuvimos que aceptar las imposiciones
y volver a nuestro redil escolar
donde no todo era malo.
Te sigo recordando de manera singular
mi quiero amigo Gonzalo...
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