Cada mañana, cuando me levante,
dejaré un poema en tu mesilla,
donde te diga con una letrillas
que nunca dejaré de amarte.
Que serás por siempre la mujer
que inunde mi corazón de alegría,
llene nuestra casa de luz y armonía
y se dejará querer.
Lo dejaré cerca para que, cuando despiertes,
se alegre tu día al leerlo.
Dejaré en él mi perfume y podrás olerlo
sonriendo como haces siempre.
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