... y la calle se llenó de suspiros,
música de amor por un nuevo encuentro,
ansiado hasta el dolor que llevo dentro
de saber que junto a ti de nuevo respiro.
Fueron tus abrazos tan efímeros
para mi deseo y mi calor,
y pusiste en ellos tanto amor
que hasta se me olvido el esmero.
Mis manos volaron donde el deseo sueña
con más cariño que otras veces.
Solo un simple roce merece
pedir permiso a su dueña.
Risas invadieron la esquina
donde nos juntamos esta tarde,
sin un alero o árbol que resguarde
de audacias con inquina.
Un beso tierno, una mirada,
una sonrisa y se marchó...
El ave de los sueños escuchó
su última palabra de enamorada.
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