El cielo cambió su color
en el otoño de mis brazos
con un inesperado amor
que rompió todos los lazos.
Llamada a cambiar mi destino
ubicado entre cuatro paredes,
forjando sueños en mi camino
donde quedaron otras mujeres.
Vivo por ella y no lo oculto
pues no hay engaño ni mentira,
mi piel se eriza cuando la pienso
desde un sentimiento llano y sin ira.
Atrás quedaron los engaños,
los intereses creados a conciencia,
el embuste de una apariencia
que se descubrió con los años.
Llamada a ser la dueña
de un indómito corazón,
dando rienda suelta a la vida
con libertad y emoción.
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