Baja hasta mis sombras,
sumérgete en ellas y toma lo que quieras,
por que son parte de mis pecados
que nunca confesar quisiera.
Llega hasta ellos y escucha
con palabras mudas de silencios
donde nada destruya
nuestros mejores besos.
Y añade con tus ojos
unas gotas de respeto
hacia las aguas que vierten
el dolor de los que se miran en tu espejo.
Después seré reo de tu sentencia,
sentenciado sin condena,
simplemente olvidado y la pena
quedará en el más triste suspenso.
Olvidar para siempre, más no puedo,
por que siempre estará latente
el sonido de el martillo sobre el yunque
de una traición ajena...
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