Al final del camino,
donde tu espalda pierde su nombre,
existe una dulce curva
que inunda de pasión uniforme.
Caricias apasionadas,
sobre su prominente existencia,
lugar donde se espera
la admiración más sincera.
El caminar lo hace deseable
a la vista de algunas quimeras,
sueños envueltos en su piel
soñando con tus dunas y sus riberas.
Deseos sumergidos en lo más profundo,
miradas con los sentidos ardientes,
tienes, niña, en tu cuerpo un aliciente
que las miradas vuelan un segundo.
Cada paso se transforma
en un espiral de lujuria,
llámame cuando tengas la furia
un día de cualquiera.
¡Cuánta pasión en estos versos! La primavera... anda haciendo travesuras...
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