Estaba parado sobre los adoquines,
conservando la espera simultanea,
perdido entre la gente y sus afines
por donde se perdía el sol de la tarde.
La paciencia no es algo que me sobra,
nunca la perdí por capricho.
Con letras de amante entre las sombras
tras las ondas llegaba un aviso.
La vereda solo tiene un sentido
coincidiendo el opuesto en el mío,
yo esperaba observando divertido
como tu ausencia me daba frío.
El rojo del semáforo parecía eterno,
solo unos pasos y un color nos separaba,
cambiaría al tono de la esperanza
y la corta distancia te esperaba.
Tu boca era fuente para mi sed
y por eso mis labios la buscaban.
Tu mirada y tu sonrisa a la vez
morían por que mis brazos te abrazaran.
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