Me mirabas sonriendo
mientras tu cuerpo se contorneaba
al ritmo que imponía la música
que al corazón nos llegaba.
Bailamos sobre la pista
sumergidos en su melodía.
Nada nos importaba,
nadie existía.
Nada nos importaba,
nadie existía.
Te besé, me besaste,
acaricié tu pelo,
tocaste mi barba
con la suavidad de tus dedos.
Entrelazamos las manos
y en la noche infinita,
caminando bajo las estrellas
nos perdimos abrazados.
Volvimos sobre el camino
con un beso a flor de piel.
Dejando ambos mensajes
para una próxima vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario