Solo los humildes tienen la valentía
de mirar a los ojos sin sonrojarse,
la frente alta y la osadía
de sonreír y enamorarse.
La lucha no les hace daño,
las mentiras les importan su peso,
suben y bajan los peldaños
y al final regalan un beso.
Del amor esperan lo justo,
lo que cuenta es lo que dan,
nada tienen además del gusto
de saber hacia donde van.
La felicidad que comparten
es propia, que no es prestada,
la viven y la reparten
con personas afortunadas.
Y sus ilusiones más soñadas
hacen de ellos los dueños
de las fortunas más aladas
por que no renuncian a sus sueños.
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