Como Judas vendió a Jesús,
al mejor postor a sangre fría,
así es el pago con el que agradeces
a quien te dio todo en la vida.
Confabulada impunemente
con quien te abandonará algún día,
llevaste a cabo la traición
sin más sentimientos que la mentira.
Ve con Dios y no vuelvas
a la casa que fue tuya,
donde disfrutaste como hija
lo que otros merecían.
Las puertas se han cerrado,
las llaves no están en la cerradura,
camina siempre al frente,
no mires donde quedó la salida.
Y si una vez recuerdas
quien en ella moró todos estos años,
puede que se hayan olvidado
de que tu corazón existía.
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