No gastes las monedas
que te pagaron por vender a Cristo,
aparta tus manos si las has visto
lo más lejos que puedas.
Esa es la plata de la traición
que disfrutarás sin sentido alguno,
llévala sobre tu conciencia por que ninguno
de los apóstoles te dio su bendición.
No me duele pagarlas con mi esfuerzo
por que es a mi a quien pertenece,
pagar lo que cada cual se merece
con el poder que sobre mi conciencia ejerzo.
No quisiera verme involucrado
en un contencioso sin sentido,
tenia que ser, ya lo ha sido
y siempre lo he respetado.
Sobre la calle donde prendieron al Señor
ruedan las treinta monedas.
Una voz llora en la otra vereda
victima de su amargura y un beso traidor...
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