Tengo un pantalón y una camisa
para compartir contigo.
No te conozco, no me conoces
pero sabes que eres mi amigo.
He visto cómo tu cuerpo huesudo,
ese que te ha dado la vida,
se conforma con el sustento
de un mal plato de comida.
La calle es tu hogar,
los perros tus compañeros,
duermes con ellos en las aceras
cubriendo tu cara con el sombrero.
Y en las noches,
cuando en el puerto hace frío,
deambulas por sus calles
en busca de amoríos.
Llega el alba entre las olas
y con él la luz del nuevo día,
te sorprende lavando tu cara
con el agua de la fuente fría.
Quiero compartir mis abrazos,
mi casa y todo lo que es mío,
para que la felicidad que me embarga
sea tuya a tu libre albedrío.
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