Soy aquél amigo que un día te besó
en la oscuridad de la noche
y una palabra en silencio dejó
prendida en tu corazón.
Era mi inocencia más tierna
la que regalaba tus oídos
y a esa edad podía sentirme
como un niño muy crecido.
La noche era oscura
no había estrellas en el cielo,
corría la suave brisa
que llevaba olor a romero.
Nada pasó mas allá
de aquellos tiernos e inocentes besos,
donde hubo promesas sinceras
que después no se cumplieron.
Corren los recuerdos
y devuelven a mi mente
la realidad de aquél momento:
la nostalgia de un amor primero.
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