Van marcando las horas
sobre el reloj de mi paciencia,
desgranado cada segundo
como granos de elocuencia.
Sentado sobre mi cama,
te busco entre la multitud,
donde brilla tu noble estrella
plagada de átomos de luz.
No se divisa en el horizonte
donde siempre te solía ver,
por que se apagó la noche
que desde mi corazón te aprendí a querer.
Sigo en mi afán de encontrarte
sobre las horas de medianoche,
cobijado entre las sabanas
sediento de calor y derroche.
Te esperaré todos lo segundos
que se viven en silencio.
Cuando vuelvas voy a estar
sobre la soledad de mi lecho.
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