Yo se que no te gustan mis poemas,
no hace falta que lo digas,
el gesto de tu cara lo demuestra
y mi sonrisa a nada te obliga.
Sonrío por que soy humilde,
escribo como lo siento,
desde mi alma hasta mi pluma
sin dejar atrás una tilde.
Si tienes algo contra mi expresión
podemos sentarnos y conversar.
Nací con la misma esencia
que utilizo al versar.
Y no habrá discrepancias
sobre el tema o el contenido,
yo adoro mis poemas
su musicalidad y su sonido.
Sin considerarme santo de tu devoción
seguiré expresando mis sentimientos,
plasmados sobre el papel
hasta que me falte el aliento.
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